LA CULTURA DEL PLÁTANO
La introducción de cultivos de plátano en el trópico boliviano es la fuente de la rica variedad de ese producto que encontró el viajero Luis Téllez en 1946. Hay el plátano
Bellaco, de 50 a 60 cm. de longitud y diámetro proporcional; el
Motacusito, de 5 cm.; el
Largo, que sirve para freír; el
Brasilero, llamado también
Guineo, de consumo popular; el
Guatoco o
Rufino, de pulpa perfumada que permite detectarlo a la distancia; el
Guineo morado o
Mata-muchacho, un tanto indigesto; el
Clara de huevo, grueso y corto, pulpa amarilla y buen sabor; el
Chuto, de punta redondeada y el
Isleño, de pulpa rosada, suavemente perfumada y de sabor exquisito. El plátano se come verde, molido en el
tacú (mortero gigante) y asado; con charque, queso o chicharrón; en el Picado (sopa de plátano verde picado, carne fresca o seca, cominos, oréganos, cebolla; o en
la Lagua o Pututu (plátano verde molido y queso). Se suele echar una Penca o racimo de plátanos a las llamas de una fogata para chamuscar la cáscara y eliminar la resina que contiene. Luego se pelan y se endurecen los plátanos en el rescoldo y se llama
Jacuú, que es guarnición de platos fuertes, o postre si se lo combina con dulce de tomate. Se lo come también Sancochado con leche. El plátano
Pintón sirve también para hacer Masaco, Sancochado o Asado, acompañándolo con un vaso de leche. El plátano maduro sirve para freírlo en aceite; convertido en masa y mezclado con queso, sirve también para hacer fritos; asado a la brasa destila un espeso almíbar, y es preferido para el Jacuú, o guarnición, cuando está bien sancochado. Por último se lo deshidrata en lonjas delgadas sin que pierda sus propiedades nutritivas.
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